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Más que un mariposario: una experiencia que despierta conciencia

Una mariposa sobre tu mano puede enseñarte más sobre la vida que un libro entero.

En Andoke, cada visitante –niños, docentes o adultos en busca de reconexión– se encuentra con una experiencia que va más allá de un recorrido: es un encuentro íntimo con la vida en todas sus formas.

Al entrar al mariposario, los sentidos se despiertan. Los colores de las alas, los sonidos del bosque, el olor a tierra húmeda… todo nos saca del piloto automático y nos devuelve al presente. Para las familias, es una oportunidad de ver cómo los niños se maravillan con cada crisálida. Para los docentes, es el escenario perfecto para que sus estudiantes refuercen conocimientos desde el juego y el aprendizaje mutuo. Para los viajeros, una dosis real de biodiversidad colombiana.

Aquí se aprende desde el aula más bella que tenemos, las aulas vivas, donde podemos encontrar datos como: cómo nace una mariposa, por qué las plantas y los insectos se necesitan mutuamente, cómo todo está conectado. Esa es la magia de la educación ambiental vivencial.

Lo más poderoso, sin embargo, no es lo que se ve, sino lo que se siente. Una niña nos dijo una vez que fue “el mejor día de su vida”. Un turista comentó que se sintió “como si estuviera en Avatar”. Y muchos adultos se han ido diciendo que algo en ellos cambió.

Ven a vivirlo. Porque hay cosas que no se entienden hasta que se sienten.